miércoles, 6 de abril de 2011

Autobiografía demostrativa de la mediocridad de mi ser


Dos palomas, con sus enfermedades,
me acompañan indecisas
haciendo de mí, taciturno,
una imagen apocalíptica.

Adorno, cada otoño, mi tumba
con las mejores hojas secas,
con clavos, con cuchillos,
con relatos y poemas.

La canción de mi vida
la cantan miles de fracasados
al unísono, como imbéciles,
obnubilados y amargados.

Me asquea la sinrazón,
la estupidez, la desidia;
los cerrojos que se empeñan
en cerrarme las heridas.

Rechazo, casi instintivamente,
cualquier atisbo de poder,
cualquier gota de miel
enriquecida con tu fe.

¿Para qué quiero
toda esa mierda
si, al final del camino,
nada de eso queda?

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