lunes, 7 de febrero de 2011

Amigos imaginarios



A veces, por momentos, me siento extraño en este mundo. Una estúpida sensación, pues no hay nada más natural que ser parte de esta camada de seres autodestructivos adoradores de deidades varias, preocupados por la eternidad cuando aún no han llegado a fin de mes. Es en esos momentos en los que echo de menos tener también un amigo imaginario con super poderes para poder rogarle que baje de su ostentoso trono y nos extermine con sus propias manos, a modo de castigo divino. La de risas que me echaría si eso llegase a suceder.
Pero, a sabiendas de que eso nunca sucederá -pues, como digo, no poseo la capacidad de inventar algo tan grande-, sigo abriendo como platos los ojos mientras mi boca se arquea hacia un lado cuando llega a mis oídos alguna de estas noticias o anécdotas que rozan lo absurdo, pero que millones de personas adoptan como Padre -muy- Nuestro, sin siquiera cuestionar, razonar o, perdóneme usted, pensar sobre ello.
En clase, siendo niños, no deberían mandar, como tarea para casa, hacer dos multiplicaciones y cuatro restas. Primero deberían cerciorarse de que, al menos, y para poder aprobar, los niños pensasen cinco minutos al día. Luego ya que multipliquen.

Seguramente el mundo sería un lugar un poco mejor, y yo no me sentiría tan extraño determinados días.

4 comentarios:

  1. Vaya, es fantástico, he pensado lo mismo tantas veces...
    Es impresionante, como todo tu blog en sí. Me voy a hacer seguidor incondicional.

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  2. Mi queridísimo Hieronymus Clark, podría decirte que eres alucinante, maravilloso y un verdadero artista pero he de comunicarte que hoy en día esos adjetivos se les atribuyen a muchas personas que no son, ni de lejos, comparables a su infinita riqueza verbal y personal así que sólo te diré: Siempre alucinante.

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